"Circe", un clásico de la era contemporánea

Un libro que logró cautivarme hace dos años y, con una nueva lectura, ha conseguido aferrarse a mi corazón. Esta crítica literaria es una de las más difíciles que alguna vez he llegado a escribir, posiblemente debido a que con Circe me resulta complicado dejar la opinión subjetiva a un lado y centrarme en los aspectos, tanto positivos como negativos, de la obra de forma objetiva.

 

“Algunas personas son como constelaciones que sólo iluminan la tierra durante una estación.”
—Circe, Madeline Miller

 

©Tamara Guillén, @tamaraguillenr

 

La obra de por sí presenta una totalidad de personajes pertenecientes a la mitología griega, como la misma protagonista, Circe, o Escila, Helios... Hasta, cómo no, una mención al Odiseo (o, del latín, Ulises), quien una vez la obra concluye ya no es tan recordado por sus aventuras en la Odisea con Circe, sino al revés.

 

En el palacio de Helios, dios del sol y el más poderoso de los titanes, nace una niña. Pero Circe es una niña rara: carece de los poderes de su padre y de la agresiva capacidad de seducción de su madre. Cuando acude al mundo de los mortales en busca de compañía, descubre que sí posee un poder, el poder de la brujería, con el que puede transformar a sus rivales en monstruos y amenazar a los mismísimos dioses. Temeroso, Zeus la destierra a una isla desierta, donde Circe perfecciona sus oscuras artes, doma bestias salvajes y se va topando con numerosas figuras célebres de la mitología griega: desde el Minotauro a Dédalo y su desventurado hijo Ícaro, la asesina Medea y, por supuesto, el astuto Odiseo.Pero también la acecha el peligro, y Circe concita, sin saberlo, la ira tanto de los humanos como de los dioses, por lo que acaba teniendo que enfrentarse con uno de los olímpicos más imponentes y vengativos. Para proteger aquello que ama, Circe deberá hacer acopio de todas sus fuerzas y decidir, de una vez por todas, si pertenece al mundo en el que ha nacido o al mundo mortal que ha llegado a amar.
Imagen de Historia Arte

 

Circe teje unos hilos sueltos allá por la mitología pues, como ocurre con muchos personajes de esta, la protagonista tenía menciones o relatos en otras leyendas (por ejemplo, en La Odisea), así conocíamos su vida, a través de esos otros relatos que conformaban juntos su historia, o parte de ella. 

 

Desde un principio, el tono de la novela es austero, digamos que carece de emociones, (entiéndase, sentimientos humanos). Encontrarás a personajes únicos en su especie, enseguida te explico un poco. Para que me entiendas, me quedé con una crítica de una de mis novelas que decía: a veces empatizo y entiendo al personaje, otras veces no, ni sus decisiones, ni su carácter, y eso lo hace más real. Ese mismo sentimiento tuve con Circe, sus padres, los dioses que aparecen, hasta que asoma el primer humano (mejor no diré cómo termina esa historia), todos eran fríos, como en teoría debían ser. Con Circe no es muy diferente, puedes empatizar y, a la vez, no. La protagonista evoluciona a lo largo de la historia como no he leído a otro personaje hacer, aun así, no deja de ser lo que es y Madeline Miller mantiene su esencia.

 

Relatada desde el punto de vista de la protagonista, como si de una autobiografía habláramos. Circe está en un cambio constante que, al principio, no se detecta. Tarda en adentrar la "aventura", ya que si la obra se dividiera, serían escenas sueltas cuya única conexión sería la misma Circe, así que necesita de ese inicio, el cual durante unas cuantas páginas es más lento. Además de la introducción, el ritmo pausado se mantiene durante toda la obra de una forma exquisita (sobre todo para una lectora como yo, porque prefiero lecturas menos densas y con un ritmo más rápido, ¡¿cómo pudo Circe hacer de la supuestamente aburrida y tediosa lentitud una gran obra maestra adictiva?! Solo Madeline Miller lo sabe).

 

En conclusión, no solo hace falta una buena historia, sino también unas buenas manos detrás para sacarle el máximo potencial y esta obra es una muestra de ello. A pesar del último detalle añadido (el ritmo lento), al momento de leer esto queda en el olvido cuando te consumen las palabras, la propia historia tan bien contada. Y, como opinión personal, (porque soy incapaz de aguantármela mucho más después de la pedazo crítica literaria que me ha costado horrores escribir sin pensar en cuánto me gustó o disgustó la obra, una escena en particular, etc), esta obra literaria al completo merecería un digno puesto al lado de grandes clásicos de la literatura grecorromana que perdurado hasta nuestros días, es decir, Circe de por sí es todo un clásico perteneciente a la era contemporánea.

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