El año no termina hasta el 31

 Y la vida sigue. El año no termina hasta el 31 de diciembre y la vida sigue su curso. ¿No os ha ocurrido o habéis presenciado cómo una persona va dejando sus objetivos inalcanzados hacia noviembre o principios de diciembre? Con el pensamiento de que el 31 se reseteará su vida, podrá comenzar de cero como si nada de lo anterior hubiera sido importante. La dejadez incita... a más dejadez, y pasado el 31 habrá una semana con los gimnasios llenos de personas con ganas de quitarse los kilos de las Navidades como si fuera magia. Y solo por poner un ejemplo. 

El 31 no termina todo, no se da todo el año anterior por olvidado, no nos da paso a rehacer la vida porque la vida sigue ahí, mientras nos ponemos objetivos cada vez más inalcanzables y los abandonamos irremediablemente. A mí me sucedía; que si un año me propuse escribir tres novelas, que si otro me propuse ir a no sé qué sitio sabiendo que ese año igual no era pero lo decía porque sí. Me estaba limitando a mí misma con objetivos que sabía eran inalcanzables por la cantidad de tiempo que suponía, porque no los podía hacer compatibles con mi vida en ese momento. La ilusión se desbordó a los pocos días, terminaba los años diciendo que ya no lo iba a conseguir y que al año que viene. ¿Y si empezamos a ser más realistas y a no olvidar que la vida sigue, aunque el año termine? Porque, sí, el año finaliza el día 31 con las 12 campanadas, pero la vida no se detiene, ni se resetea, ni cambia a menos que uno mismo o una misma lo decida, y eso puede pasar en cualquier momento del año.

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