Un drama distópico post apocalíptico: "ANNA", de Niccolò Ammaniti

El mundo ha quedado a merced de niños. Una enfermedad, "La Roja" la llaman, se ha llevado a todos los adultos y a cualquier niño que entre en la etapa de la adolescencia. En una finca aislada en Sicilia, Anna lleva sola desde los nueve años y cuida de su hermano menor, Astor, desde el fallecimiento de su madre. Pronto, surgen conflictos entre ellos y con el exterior, el "Afuera" tóxico y sumamente peligroso como Anna le describe a su hermano. 


Resulta algo complicado hablar de esta novela sin pensar en sus personajes más que en la propia ambientación. "Anna" es el tipo de libro que está entre lo juvenil y lo adulto, los mismos protagonistas son niños y la trama se asemeja a una película de aventuras, a su vez, el autor trata temas con madurez sobre la inocencia de la infancia, la propia madurez prematura, la curiosidad... 

En una escena, la protagonista y un personaje sienten curiosidad por saber si les ha llegado la pubertad , y con ello los primeros síntomas de la enfermedad, y se muestran sus intimidades sin vergüenza ni segundas intenciones, cosa que para el cerebro de un adulto o adulta resulta chocante, con la premisa de una curiosidad empujada por el miedo de la enfermedad.

El trasfondo dramático tiene mucha miga. Posiblemente, el detalle se encuentra en la personalidad de Anna y esa madurez prematura a la cual se ha visto obligada. Una niña de nueve años que sufre las pérdidas de todos sus familiares y solo tiene a su hermano, a quien debe educar por órdenes de su madre, como para no obligarse a madurar antes de tiempo.  Aun así, en ocasiones, esa madurez que Anna muestra con sus intentos de proteger a su hermano choca con "restos" de una infancia perdida, el cómo Anna toma decisiones de forma impulsiva y actúa de cierta forma, a veces irracional con la excusa de cumplir con lo dictado por su madre. Cómo trata de convertirse en un bloque de hielo. El recuerdo de una madre angustiosa y algo arisca a la que no se puede permitir defraudar tampoco ayuda; una madre retratada como alguien exigente pero cariñosa, quien compara a la niña con su fracasado padre una y otra vez, (al menos en el recuerdo de Anna), provocando una distorsión en la imagen de su padre y un temor a fallar a su madre. Personalmente, esto fue de lo que más me llamó la atención. Tal es su idea de cumplir con la palabra de esta madre que, conforme va creciendo, en su intento de proteger a su hermano, acaba sobreprotegiéndole, engañándole y causándole miedo al exterior con la idea de evitarle los cadáveres y el desastre más allá de la finca. Cómo no, Astor, su hermano menor, pierde la confianza en ella. En cuanto a él, Astor es el reflejo de la inocencia más pura, un personaje totalmente contrapuesto a Anna, incluso cuando debe vivir ciertas experiencias en el "Afuera". Tanto Astor como Anna personifican la infancia en la novela, de diferentes formas. A pesar de haber vivido experiencias similares a su hermana, conserva su inocencia y parece ser el principal foco de la novela, al menos, en la primera parte, donde la cuestión aquí era mantener a Astor en su burbuja, a salvo de lo que pudiera ver fuera, lejos del desastre.

La novela se siente cómoda, tanto en la lectura como en la ambientación (incluso teniendo en cuenta que es un futuro post apocalíptico), porque es muy natural tanto con los personajes como con las historias y los lugares. Casi la mitad de la novela y el pasado se desarrollan en la finca donde los dos hermanos vivían con su madre, un ambiente familiar y aparentemente seguro, donde a cualquier lector le gustaría ir al menos una vez en la vida y sentir esas emociones. Se da un aire a El señor de las moscas, como muchos lectores y muchas lectoras la han identificado. La lectura se hace muy amena, de hecho, se siente como una película, partida por escenas.

Descubrí su adaptación el mismo día que terminé de leerla, del mismo nombre, Anna, de producción italiana y francesa. Con la misma premisa y, al parecer, sin cambios o con apenas alguno. 

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