¿Por qué deberíamos rescatar historias?

 ¿Te suena Alexandre Dumas... Hijo? ¿Blanca sol? ¿Elena Quiroga? ¿Luisa Carnés? Probablemente el primero gracias a que porta el nombre de su padre, escritor de Los tres mosqueteros, entre otras novelas; y puede que un poquito Elena Quiroga gracias al rescate tan bien recibido de su obra Viento del norte por parte de la Editorial Bamba.

Los libros son una puerta a otro mundo, a veces al pasado, otras al presente y en algunos casos a un futuro algo predecible o incluso distópico. Por desgracia, hay historias que se han quedado en el olvido y en el siglo XXI, concretamente en nuestra década, las estamos trayendo de vuelta. Y, ¿por qué? ¿Por qué deberíamos rescatas historias del olvido?


De "La voz de Galicia", Elena Quiroga


Sin pasado, no hay futuro y muchos de los libros son ese pasado, esa puerta, ese testimonio de otras costumbres y otras épocas. O, quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro, tal cual cita 1984 de George Orwell. La literatura nos muestra una forma de vida y unas costumbres pasadas, incluso presentes y futuras a modo de predicción o de distopías que, igual no son de nuestro agrado, pero traen una enseñanza para nuestro día a día. Es más, cada obra literaria está unida en mayor o menor medida a otra gracias a la inspiración que se aportan entre ellas. Sin el mito de Eros y Psique, no tendríamos La Bella y la Bestia, sin el mencionado libro 1984, probablemente muchas distopías que conocemos no existirían de la misma forma.

Algunas obras que han visto su renacer son La Dama de las Camelias, del mencionado Alexandre Dumas Hijo, (que no se ha de confundir con Alexandre Dumas Padre, autor de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo). La Dama de las Camelias es una novela romántica acerca de una cortesana enamorada de un noble, pero también trágica y dramática. Si algo tenía Alexandre Dumas Hijo era crear personajes femeninos ligados a la tragedia como forma de desahogar su propia pena, ya que fue hijo de una relación extramatrimonial de su padre y separado de su madre por este. La Dama de las Camelias fue un éxito en su época pero cayó poco a poco en un limbo en el siglo XX.

Viento del norte ha visto su reciente renacer este año a manos de la Editorial Bamba, dedicada a traer de vuelta autores, autoras y obras olvidadas. Obra de Elena Quiroga, fue publicada en la década de los 50 y recibió el Premio Nadal, y trata temas muy interesantes alrededor de una historia de amor entre un hidalgo, propietario de un pazo gallego y una sirvienta que fue abandonada de pequeña y ha crecido allí. Lo más interesante de esta novela es su lenguaje, Quiroga utiliza palabras propias del gallego y lo mezcla con el castellano, creando así un vocabulario más amplio uniendo ambos.

Unos años antes de Viento del norte, en 1934 salía a la luz Tea Rooms. Mujeres obreras, de Luisa Carnés, escritora de la generación del 27 y periodista olvidada tras la Guerra Civil española. Dejando a un lado la ideología política y económica de la autora (aquí las discusiones entorno a la política no tienen cabida, solo queremos disfrutar de la literatura), la obra merece la pena ser leída solo por comprender su crítica social a la época a través de las voces de mujeres reales trabajadoras. Es una obra que se puede disfrutar siempre y cuando tengamos bien desarrollado nuestro pensamiento crítico y disfrutar independientemente de nuestro pensamiento ideológico, social y/o contemporáneo.

Y, tras esta, la cosa viene fuerte. Porque Blanca sol, de la peruana Mercedes Cabello de Carbonera, fue una obra muy criticada y controversial en su época, también la autora. Mercedes Cabello de Carbonera inició la novela realista peruana, escribió también ensayos, pero tuvo que exiliarse durante un breve periodo de tiempo. En esta obra plantea la doble moral de la sociedad.

Y, con estos ejemplos, vuelve la pregunta: ¿por qué deberíamos rescatar historias olvidadas? Tal vez, porque sí, porque leer ayuda a desarrollarnos, porque las historias merecen ser leídas y disfrutadas, porque algunas pueden ser desafiantes, contradictorias, innovadoras, controversiales, y nos dan otra percepción del mundo, ideas o inspiración. Nos hacen sentir.

Porque estas historias son parte de nosotros, directa o indirectamente.

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